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En memoria de Leyla Vásquez
Microrrelato
Por Nazly Mulford Romanos
Por la plataforma Esxi vi que había habitaciones en alquiler en su casa de la ciudad blanca. Una dirección que nunca olvidé, la de mi profesora de Español y Literatura. Tuve la osadía de planear ir un fin de semana de descanso e hice una reserva. Quería una cita con ese recuerdo en particular.
Yo era una joven sedienta de mundo, a la que su profesora le prestaba libros fuera de la escuela. Quise recorrer los espacios de su casa, alguna vez descritos en sus clases. Quizás ella nunca pensó que permanecería intacta después de su muerte; pero así fue.
Era el mes de enero y la brisa loca empujaba el aire como nunca. Siempre llevo uno o dos libros en mis viajes. Esta vez elegí mi libro de Gramática, uno de sus regalos más preciados y que aún permanece en mi biblioteca. De antemano imaginé una escena ficticia que nos unía a las dos en una conversación sin timidez alrededor de la Gramática. Al llegar a la ciudad, noté que la calle había cambiado muy poco, pero la casa estaba intacta. Los pájaros cantaban en el árbol de cerezas; en el jardín cultivado por su hermana, los corales amarillos estaban florecidos, y en el comedor, toda una alacena con vajilla de porcelana parecía extrañar aquellos alimentos a los cuales Carolina se dedicaba con maestría: ¿Cayeye con jugo de naranja al desayuno? ¿Arroz sepultado? ¿Pudín de ciruelas de postre?
Me senté sola en una de las mecedoras de la terraza. La otra mecedora se movía sin parar, con un cerco luminoso fundido en los rayos de sol. Sentí revolotear el espíritu de Carolina. En estado de ensoñación, le pregunté en voz alta: “¿De qué hablamos?, ¿de Gibran o de La Mala Hora?”.
La joven que atendía en el hostal y que me había ofrecido un café orgánico y humeante, “de las nuevas versiones de café de la Sierra Nevada”, pensó que le hablaba y repitió:
—¿Qué de qué hablamos? Pues, hablamos del café.
Siempre hay recuerdos que permanecen intactos. Bonito relato
Gracias nazly por dar vida en tus relatos a los recuerdos. Ella está presente, y su hermana también
Si , las mecedoras tienen alma , y guardan los secretos y pensamientos que en ellas mecieron sus dueñas . Bello relato .
Que hermoso escrito!